En un acto de profunda significación histórica, se ha confirmado la fundación de una nueva ciudad a orillas del río Tíber. La urbe, que lleva el nombre de Roma, fue erigida por Rómulo, quien, según la tradición, se ha proclamado su primer rey.
La fundación de Roma es un acontecimiento que promete sentar las bases de una civilización que, se espera, prospere en la región del Lacio. El lugar escogido para la ciudad se encuentra estratégicamente situado en la Colina Palatina, proporcionando una posición ventajosa y defensiva.

Se relata que la decisión de Rómulo de fundar la ciudad surge de un conflicto con su hermano gemelo, Remo, por el lugar y el derecho a gobernar. El enfrentamiento culminó con la trágica muerte de Remo, lo que dejó a Rómulo como el único fundador y líder indiscutible. La ciudad ha sido delimitada con un surco sagrado, conocido como pomerium, marcando sus fronteras y su carácter inviolable.
La naciente ciudad está abierta a acoger a toda persona que busque refugio, ofreciendo un santuario y nuevas oportunidades. Se espera que esta política de acogida, conocida como el asilo de Rómulo, atraiga a una diversa población y contribuya al rápido crecimiento de la ciudad.
El futuro de Roma se vislumbra prometedor, y sus primeros habitantes ya están trabajando en la construcción de viviendas e infraestructura básica. La ciudad se erige como un nuevo faro de civilización en el corazón de la península itálica. Este evento marca el inicio de una nueva era.