La comunidad científica global rinde homenaje al Dr. Baruj Benacerraf (1920-2011), un médico venezolano-estadounidense cuya investigación fundamental sobre el sistema inmunológico le valió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1980, compartido con Jean Dausset y George D. Snell. Su trabajo transformó la comprensión de cómo el cuerpo distingue entre lo propio y lo ajeno.
El Descubrimiento del CMH
El hito científico del Dr. Benacerraf se centró en la identificación y definición del funcionamiento de los genes del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH). Estos genes codifican moléculas de proteínas en la superficie celular que son absolutamente cruciales para que el sistema inmunitario pueda distinguir lo que pertenece al cuerpo (lo propio) de lo que es una amenaza externa (lo no propio), determinar la respuesta inmunológica de un individuo a un antígeno específico, influir en el grado de aceptación o rechazo de tejidos y órganos trasplantados.
El Dr. Benacerraf demostró que cada individuo hereda un patrón único de reconocimiento antigénico que determina su capacidad para responder a la enfermedad, explicando por qué cada persona tiene una “personalidad antigénica específica”.
Nacido en Caracas, Venezuela, el 29 de octubre de 1920, de padres judíos sefardíes, Benacerraf se naturalizó en Estados Unidos en 1943. A pesar de enfrentar dificultades para ser admitido en la escuela de medicina debido a su origen, se graduó de la Facultad de Medicina de Virginia y sirvió en el Ejército de EE. UU. (1945-1948).
Su prolífica carrera como investigador incluyó:
- 1948: Inicio de su carrera de investigador en el Columbia University College of Physicians and Surgeons.
- 1970-1991: Profesor de patología comparada y director del departamento de patología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
- 1980: Ganador del Premio Nobel por sus descubrimientos sobre el CMH.
- 1990: Galardonado con la Medalla Nacional de Ciencia de EE. UU. por sus contribuciones médicas.
A lo largo de su vida, el Dr. Benacerraf fue un firme creyente en sus raíces, declarando que se sentía “profundamente venezolano” y que era un orgullo representar a su país ante el mundo. Falleció en Boston el 2 de agosto de 2011, dejando un legado que continúa inspirando a científicos en todo el mundo a través de su obra y su ejemplo de dedicación y perseverancia.
