La insulina, el regalo de la vida para millones de diabéticos
Un hito fundamental en la historia de la medicina se gestó hace más de un siglo en la Universidad de Toronto, Canadá, con el trabajo pionero del Dr. Frederick Banting y su asistente Charles Best. En 1921, estos investigadores lograron aislar y extraer con éxito la sustancia que hoy conocemos como insulina del páncreas de un perro, marcando el inicio de un tratamiento eficaz para la hasta entonces mortal enfermedad de la diabetes mellitus.
La noticia del descubrimiento se expandió rápidamente, ofreciendo una esperanza sin precedentes para millones de personas. Antes de este hallazgo, un diagnóstico de diabetes, especialmente la de Tipo 1, significaba una sentencia de muerte en un plazo relativamente corto.
El hito clínico se consolidó en enero de 1922 cuando Leonard Thompson, un niño de 14 años gravemente enfermo de diabetes en Toronto, se convirtió en la primera persona en recibir un extracto purificado de insulina. Aunque la primera inyección tuvo efectos secundarios, la rápida mejora en su condición tras una segunda dosis más purificada, desarrollada por el bioquímico James Collip, fue “extraordinariamente positiva” y demostró el potencial salvador del tratamiento.
El Dr. Banting y el profesor John J.R. Macleod, quien proporcionó el laboratorio y apoyo para la investigación en Toronto, recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1923. De manera honorable, Banting compartió su parte del premio en metálico con Best, y Macleod hizo lo mismo con Collip, reconociendo la contribución esencial de todo el equipo en el desarrollo y purificación del extracto.
Su compromiso con la humanidad fue tal que los descubridores vendieron la patente de la insulina a la Universidad de Toronto por el simbólico precio de un dólar canadiense para asegurar que el medicamento estuviera disponible para todos los que lo necesitaran, sin fines de lucro.
Hoy en día, la insulina, que se fabrica a gran escala y ha evolucionado en diversas formulaciones, sigue siendo la piedra angular en el tratamiento de la diabetes tipo 1 y una necesidad para muchos pacientes con diabetes tipo 2. El legado del Dr. Banting y sus colaboradores es recordado como uno de los logros científicos más importantes del siglo XX, que transformó una enfermedad mortal en una condición manejable y prolongó la vida de incontables individuos en todo el mundo.
